SOBRE LA DIRECCIÓN

La Dirección de Turismo es la encargada de vincular la Casona de San Marcos con las colectividades nacionales e internacionales a través de su labor de PROMOCIÓN TURÍSTICA, llevada a cabo en diferentes programas de visitas guiadas y eventos académicos. Aunque, el 3 de febrero de 1998 se obtuvo el reconocimiento institucional como dependencia del Centro Cultural de la Universidad de San Marcos(mediante la Resolución Rectoral N° 00639 – CR – 98), con sede en el histórico local de la antigua Casona sanmarquina, sus inicios datan de dos años antes. En el 2007 pasó a denominarse Dirección de Turismo, denominación que retiene hasta el presente. Nuestro equipo de trabajo se compone de historiadores y profesionales de turismo, y también de estudiantes universitarios de diversas especialidades e instituciones, lo cual nos permite realizar nuestra labor con una visión multidisciplinaria.

sábado, 19 de marzo de 2016

El cuartel general de la literatura peruana

“Siempre recuerdo el patio de letras de San Marcos, que era en esos años como el cuartel general de la literatura peruana. Ahí pasaban todos los escritores, poetas, narradores, letrahabidos, muchachos y muchachas con sueños de escribir y publicar alguna vez, y esa era como una formación paralela a la que uno recibía en las aulas. Ahí se disputaba con gran pasión y con un fondo inalterable de amistad. Ahí tal vez, y por culpa de Carlos Eduardo Zavaleta, escuché por primera vez hablar de William Faulkner, que es uno de los escritores que más me han marcado.

La literatura estaba en el aire de la Facultad, no sólo en las clases y en la polvorienta biblioteca. Se la vivía también a plena luz, cada mediodía, cuando acudían los poetas, los narradores, los dramaturgos, reales o en ciernes, pues el patio de Letras funcionaba como el cuartel general de la literatura peruana. Escuchando a esos adelantados, el primerizo aprendía sobre autores indispensables, libros claves y técnicas de vanguardia, tanto o más que en las clases. Allí oí yo a Carlos Zavaleta mencionar por primera vez a William Faulkner, que sería desde entonces uno de mis autores de cabecera. Y allí descubrí a Joyce, a Camus, a John Dos Passos, a Rulfo, a Vallejo, a Tirant lo Blanc. Allí oí hablar por primera vez de Julio Ramón Ribeyro, que ya vivía en Europa, y conocí a Eleodoro Vargas Vicuña, el autor de los delicados relatos de `Nahuín'; y al impetuoso Enrique Congrains Martín, un ventarrón con pantalones que fue, antes de narrador, inventor de un sapolio para lavar ollas, y luego, de muebles de tres patas, y que editaba y vendía sus libros, de casa en casa y de oficina en oficina, en contacto personal con sus lectores. Y allí pasamos muchas horas discutiendo sobre Sartre, Borges, Les Temps Modernes parisinos y la revista Sur de Buenos Aires, con Luis Loayza y Abelardo Oquendo, que, aunque de la Católica, venían también a las tertulias peripatéticas del patio de Letras. Allí me pusieron mis amigos el apodo de "El sartrecillo valiente" que me llenaba de felicidad. En verdad los narradores estaban en minoría, proliferaban sobre todo los poetas: Washington Delgado, Carlos Germán Belli, Pablo Guevara, Alejandro Romualdo, y algunos que eran ya críticos y profesores, como Alberto Escobar. El teatro no estaba tan bien representado, aunque algunas mañanas hacía sus rápidas apariciones por el patio de Letras, con una galante rosa roja en la mano para homenajear a una estudiante de la que estaba prendado, el afilado perfil de Sebastián Salazar Bondy, hombre de teatro, de poesía, de relatos, crítico, divulgador y promotor de cultura, que sería, años después, íntimo amigo.

Enseñar en San Marcos era entonces prestigioso desde el punto de vista social y hasta mundano y sus facultades contaban con las figuras más destacadas de cada disciplina y profesión. Abogados, médicos, economistas, farmacéuticos, dentistas, químicos, físicos, psicólogos, y, por supuesto, los humanistas de todas las especialidades, tenían, como suprema distinción de su carrera, enseñar en San Marcos. Y por eso, aunque los sueldos fueran escuálidos y las condiciones de trabajo sacrificadas, la Universidad podía jactarse de ofrecer a los estudiantes que supieran aprovecharla, la más enjundiosa preparación intelectual”

Mario Vargas Llosa.






sábado, 5 de marzo de 2016

Raúl Porras Barrenechea por Mario Vargas Llosa: 
“No solo fue un gran historiador sino un maestro”

Tengo una gran deuda contraída con Raúl Porras Barrenechea. Sus clases de historia eran deslumbrantes por la elegancia de sus exposiciones y el rigor con que preparaba su curso. Creo que todos los que tuvimos el privilegio de pasar por sus aulas vivimos la Historia del Perú de una manera entrañable y, a la vez cuestionadora, pues además de las riquísimas anécdotas con que el doctor Porras aderezaba sus exposiciones ellas incidían siempre sobre una problemática que nos planteaba múltiples desafíos intelectuales. Porras Barrenechea no solo fue  un gran historiador sino un maestro en el sentido más generoso y cabal de esta palabra.

El doctor Porras Barrenechea me contrató como uno de sus dos ayudantes  –el otro era Carlos Araníbar– en un proyecto de Historia General del Perú, patrocinado por el librero y editor Juan Mejía Baca, en el que a él le correspondía los periodos de Conquista y Emancipación. Durante cerca de cinco años trabajé en su casa de la calle Colina de 2 a 5 de la tarde y para mí esas horas y esos años son los que me dieron mi mejor formación universitaria. Gocé tanto trabajando a su lado que en algunos momentos hasta estuve tentado de abandonar los estudios de Literatura para consagrarme a la Historia. Además de un investigador de gran aliento, Porras Barrenechea, fuera de trabajo, era conversador, risueño, gran contador de anécdotas y siempre dispuesto a dar un consejo y prestar una ayuda a quienes trabajamos cerca de él.

Tal vez lo más importante fue su ejemplo  de probidad intelectual. Como él era tan exigente consigo mismo en el trabajo intelectual nada lo exasperaba más que la falta de seriedad, la negligencia o la picardía de esos profesores o intelectuales que citaban de memoria o mentían a la hora de escribir sus trabajos de investigación porque sabían que el público al que se dirigía no reconocería sus embustes. Porras nos enseñó a sus discípulos a escribir como si los lectores de todo lo que publicaremos fueran los más inteligentes y los más cultos del mundo.

Recuerdos que me llenan de nostalgia y cariño. El primer trabajo que me encargó el doctor Porras fue leer las crónicas del Descubrimiento y la Conquista fichando todas las referencias a los mitos y leyendas, un tema en el que la historia se volvía a menudo literatura fantástica. No todo era trabajo. A veces llegaba el doctor Ricardo Vegas García, gran amigo de Porras, y nos llevaba a tomar té a la Tiendecita Blanca. Porras Barrenechea cultivaba el viejo arte limeño de la chismografía y sabía ironizar y burlarse de las gentes de manera prodigiosa y risueña, con enorme gracia pero sin malevolencia. Su memoria era prodigiosa. Escribía con una letra menudita y cuando teníamos que mecanografiar esas fichas sudábamos la gota gorda. Muchos nuevos y antiguos discípulos caían por ahí entre ellos Pablo Macera, cuyos exabruptos y poses encantaban a Porras. En su soberbia biblioteca había muchos libros de literatura. Y acaso la razón de la buena prosa de Porras Barrenechea se debió a sus voraces lecturas de los clásicos castellanos, a los que enseñó durante algunos años en el colegio y en la Universidad de San Marcos.

 MARIO VARGAS LLOSA
 Fuente: http://institutoporras.blogspot.pe/2013/09/raul-porras-barrenechea-por-mario.html






sábado, 27 de febrero de 2016


UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS
Decana de América


Orígenes

En el Capítulo de la Orden de Santo Domingo desarrollado en la ciudad del  Cusco en el mes de mayo de 1548,  Fray Tomás de San Martín, Provincial de la orden, planteó la necesidad de  fundar una Universidad en la ciudad de Lima. Esto despertó el entusiasmo de los religiosos que se comprometieron a enseñar gratis y donar el dinero necesario para su mantenimiento y hasta diseñaron el futuro plan de estudios que incluía una lección de quechua.

El 10 de diciembre de 1549, el Cabildo de Lima eligió a Fray Tomás de San Martín y al Capitán Jerónimo de Aliaga como Procuradores de la ciudad de Lima ante la Corte Real para que solicitar al Monarca Carlos V la creación de una Universidad para la ciudad de Lima, capital del Virreinato del Perú, uno de los dos virreinatos existentes, con el de la Nueva España (México), en Hispanoamérica. El 24 de enero de 1550, juramentaron ante el Ayuntamiento de Lima como Procuradores de la Ciudad  y el 28 de enero de 1550  partieron del puerto del Callao

Fundación

El 12 de mayo de 1551, en la ciudad de Valladolid, España, se dio la Real Provisión y Cédula de Fundación de la Universidad por el Emperador Carlos V y su madre la Reina Juana, concediéndole los privilegios, franquicias y libertades de la Universidad de Salamanca.   

La instalación, inauguración y primera clase se realizó el 2 de enero de 1553 en la Sala Capitular del Convento Grande del Rosario de la Ciudad de los Reyes (hoy Santo Domingo de Lima). La Real Audiencia presidida por el Oidor Bravo de Saravia entregó la Real Provisión y Cédula reconociéndola públicamente como válida y dejó instalada de manera oficial a la universidad.  El primer rector de la casa de estudios fue el fraile dominico Juan Bautista de  la Roca, Prior de la casa dominica.

Bula Papal

El 25 de julio de 1571, el Papa Pio V dio la Bula Exponi Nobis confirmando la fundación y la Universidad adquirió el título de Pontificia dando a sus grados otorgados una validez internacional.  Así fue la Universidad Real y Pontificia de la Ciudad de los Reyes.

En 1876 como parte de un proceso de secularización y laicización de la Universidad se dejó de lado el título de Pontificia.

 Primada de América

Entre todas las universidades de América, San Marcos es Decana; es decir tiene la prioridad como la más antigua del continente porque desde 1551 es Universidad Real o Estatal y desde 1571 es Pontificia. Durante toda la época virreinal se le denomino Real y Pontificia.

 Iglesia de San Marcelo: la Universidad en su segundo local:

La presencia del virrey Francisco de Toledo desde 1569 dinamizó la vida de la universidad especialmente por su enfrentamiento con los dominicos por el gobierno de la casa de estudios. Así el 30 de diciembre de 1571 se eligió  al doctor Pedro Fernández de Valenzuela primer rector laico y el 3 de agosto de 1574 se decidió sacarlo del convento de Santo Domingo, destinándose la Iglesia Catedral para los actos públicos y colación de grados. 

En esta coyuntura  la Universidad compró, con la cooperación de los maestros, el local y la Iglesia de San Marcelo a la Orden de los Agustinos, no por 6500 pesos según el primitivo acuerdo discutido en el ayuntamiento sino por 3000 pesos, con la fianza del  Dr. Marcos  de Lucio y Don Miguel de Solsona. El local fue entregado antes de la venta que tuvo lugar el 22 de diciembre de 1574. Probablemente el sitio que ocupo la Universidad fue junto a la Iglesia parroquial en una casa vieja de la calle que llamaban Pregonería (4º cuadra de la Av. Emancipación).

 El Nombre de San Marcos y su actual escudo.

Ya en su nuevo local  en la sacristía de la iglesia y en la misma fecha del 22 de diciembre 1574,  los catedráticos Antonio de la Molina, Hernán Vásquez Fajardo, Marcos de Lucio, Francisco de Vega, Antonio Sánchez Renedo, bajo la presidencia del Rector Juan de Herrera y de la Cruzprocedieron a sortear el nombre del abogado y patrón de la Universidad siendo elegido el del Evangelista San Marcos tras haber estado a punto de tomar el nombre de San Lucas, como se menciona en la primitiva constitución enviada por el Rector al Virrey Don Francisco de Toledo en 1571.
Se elige también, en 1574, el segundo escudo de la Universidad (vigente actualmente) que apareció en la  Constitución universitaria de 1581 editada en Lima  en 1602.

 San Juan de la Penitencia: la universidad en su tercer local

En el año de 1576, la Universidad se trasladó a su tercer local histórico y en el último trimestre de aquel año se reunió el claustro universitario en su nuevo ambiente.

Celebrando el día de la fiesta del Evangelista San Marcos, el 25 de abril de 1577 se verificó la nueva instalación en el local del albergue de mujeres de San Juan de la Penitencia la cual fue fundada en 1553 por la esposa de Antonio Ramos, Doña Catalina de Castañeda y Sebastián Bernal, para dar asilo a las muchachas mestizas “cuya honestidad peligraba” y que luego se transformó en depósito de mujeres casadas, alejadas de sus maridos por disgustos domésticos. El edificio se encontraba situado en la Plaza de la Inquisición también llamada; de Las tres virtudes teologales (fe, caridad y esperanza), de La Constitución, del Congreso y hoy Plaza Bolívar.

En este local la universidad permaneció definitivamente durante el Virreinato y las décadas iniciales de la República. De 1576 hasta 1867 (291 años). El inmueble fue derribado muchos años después durante el primer gobierno de Augusto B. Leguía para construir en su lugar el  actual Palacio Legislativo

 La Casona de San Marcos: la universidad en su cuarto local

En 1867 durante el primer gobierno de Mariano I. Prado  se ordenó por el ministro de Instrucción y Culto José Simeón Tejeda el traslado de la universidad a su próxima casa. Y fue en el de Manuel Pardo (1872 – 1876) cuando este se legalizó. El ex  local del Convictorio de San Carlos, se convirtió en la cuarta sede institucional. Aquí San Marcos afrontaría las irreparables perdidas a causa de la Guerra del Pacífico y la ocupación de la ciudad de Lima por el Ejército chileno. Recuperada luego de la desocupación, el ambiente se convirtió en el foco cultural de la ciudad de Lima y del país; circularon por sus aulas y patios los más notables personajes de la intelectualidad y ciencia nacional y así el antiguo edificio fue conocido como la Casona de San Marcos.

 La Ciudad Universitaria: la universidad en su quinto local

A raíz del creciente número de estudiantes, se planteó desde inicio del siglo XX el traslado de la universidad a un lugar más apropiado. Es así que desde 1951 en la celebración del cuarto centenario de la fundación sanmarquina  que se destinó la zona ubicada entre las avenidas Mariscal Oscar R. Benavides (antes Colonial) y Venezuela (antes Progreso) para su futuro local central.

Como su nombre lo indica, Ciudad Universitaria, el recinto alberga los edificios de las diferentes Facultades, Escuelas, Institutos y otras dependencias docentes y administrativos de la Universidad.

El traslado se inició en el año de 1962 con la instalación de la Facultad de Letras y luego del terremoto de 1966, que dañó seriamente la estructura de la Casona de San Marcos,  se culminó el progresivo traslado.


Hugo La Rosa Cordero
Sheyla Morote Sánchez
Fernando Ventocilla Grados









sábado, 20 de febrero de 2016

LA CASA DEL TIEMPO

Noviciado jesuita, Convictorio carolino, sede republicana de la Universidad Sanmarquina; la Casona de San Marcos con más de 400 años guarda entre sus muros, como una casa del tiempo, la historia del Perú.

1. La Casona de San Marcos como Casa de Probación y Noviciado de San Antonio de Abad de la Compañía de Jesús (1610 – 1767) fue una casa matriz, una morada primigenia que originaba una experiencia del encuentro con el misterio divino. El novicio jesuita descubría su proyecto de vida según Dios y acogía paulatinamente su vocación religiosa para afirmar su acción futura de la salvación de las almas en un derrotero de una evangelización inculturada. Sea por ello que uno de sus destacados novicios fue Francisco del Castillo, “El apóstol de Lima”, quien, como lo señaló el papa Juan Pablo II, es un ejemplo de amor a los pobres desde el Evangelio. En otro horizonte de contemplación, reflexión mística destaca el que no solo fuera en su momento novicio sino luego después maestro de novicios: el extático varón Juan de Alloza.

2. El Real Convictorio de San Carlos, colegio residencia de la Universidad de San Marcos, nació en 1770 producto de las Reformas Borbónicas con el objeto de instalar el pensamiento moderno (la Ilustración) como parte de la mecánica del Estado español para la formación de un cuerpo profesional que no solo permita el gobierno sino el usufructo de las potencialidades y riquezas del territorio en la búsqueda de la felicidad pública.

3. Las reformas de los rectores Toribio Rodríguez de Mendoza (entre 1786 y 1817) y Bartolomé Herrera Vélez (entre 1842 y 1851) lo situaron en sus tiempos como el colegio destacado en nuestra historia. El primero imprimió un plan de estudios que renovaron la forma de enseñanza, el papel del maestro, los medios para enseñar y modernas asignaturas que tuvieron como consecuencia indirecta la formación de la promoción de hombres que pensaron la independencia. El segundo veía en la educación el medio que posibilitaría la salvación de la República, la autoridad y la vida social por ello estableció mecanismos de gobierno del plantel y una enseñanza acorde a sus ideas de la Soberanía de la Inteligencia.

4. A mediados del siglo XIX y con el Reglamento de Instrucción Público del segundo gobierno de  Ramón Castilla se modificó el sistema educativo el cual mandaba la inclusión de los colegios San Fernando (que enseñaba medicina) y San Carlos (que enseñaba leyes) en la Universidad de San Marcos. Así nació en 1856 la Facultad de Medicina San Fernando y la universidad se instaló en 1867 en el ex convictorio San Carlos siendo las facultades de Jurisprudencia (Derecho), Literatura y Filosofía (Letras) y Ciencias Naturales y Matemáticas (Ciencias) las primeras en instalarse en el histórico recinto carolino.

5. Fundada el 12 de mayo de 1551, la Universidad de San Marcos es la más antigua de las universidades creadas en el continente Americano, desde sus inicios San Marcos fue el aglutinador de la educación en Sudamérica, desde Centroamérica hasta la Patagonia, ella coordinaba como aparato de la Corona Española el acontecer educativo superior del gran Virreinato Peruano. Su principal misión el fortalecimiento de la cultura española-europea y la sujeción de los funcionarios del Estado al Imperio Español, como parte de un todo europeo-americano.

6. Su historia puede ser contada por sus locales institucionales que ha ocupado desde su fundación, los cuales suman cinco hasta hoy. La vieja Casona de San Marcos (hoy su Centro Cultural) ocupa el cuarto lugar en esta historia que va desde 1867 a 1966, un siglo de historia universitaria, que transita desde la consolidación de la época republicana hasta el difícil siglo XX peruano.

7. La Guerra del Pacífico, confrontación bélica entre Chile, Perú y Bolivia (1879 – 1883) originó al ser ocupada la ciudad de Lima, tras la derrota peruana, un sistemático saqueo del patrimonio cultural peruano, lo que conllevó a  la perdida casi total del patrimonio universitario sanmarquino, que se encontraba guardado en la vieja Casona, producto de la primera reforma republicana de la educación superior en el Perú iniciado durante el segundo gobierno del presidente Ramón Castilla, periodo truncado por la Guerra con Chile.

8. Los movimientos estudiantiles de reforma educativa y modernización del sistema universitario tuvieron como punto de inicio la Universidad en la Casona. La Generación del 900, la Generación del Centenario y la Reforma Estudiantil de 1919, así como el origen de partidos políticos que marcaran el devenir histórico del siglo XX peruano.

9. Hoy, como sede del Centro Cultural de San Marcos, presenta la oferta cultural de la Universidad más antigua de América y continúa con esa impronta total de su origen y continuidad: una educación que permita la realización de la comunidad.

Hugo La Rosa Cordero
Fernando Ventocilla Grados






   


sábado, 13 de febrero de 2016

AMOR SANMARQUINO
Del sentimiento por el otro que soy yo

a: Manuel Eduardo Lecca
Sanmarquino ilustre


Desde que se instaló en el Convento Grande del Rosario de la Ciudad de los Reyes, el 2 de enero de 1553, la Universidad de San Marcos ha conllevado sus labores académicas y científicas con una preocupación por el otro. Aquello encarnado en diferentes sujetos a la vez que problemáticas enraizados en el devenir y desarrollo del Perú.

Bajo el período dominico, las cátedras se convirtieron en tribunas de denuncia de la situación del indio y todo a partir de la propagandización de las ideas de Bartolomé de las Casas. Fray Tomás de San Martín (procurador histórico para la creación de la Universidad) y Fray Domingo de Santo Tomás figuran como dos adalides en la retórica lascasista. Todo ello conllevó a un enfrentamiento con los vecinos de Lima muchos de ellos encomenderos. Este fue la causa sobre la cual se vivirá la primera reforma en 1571 y que tiene como personaje capital al virrey Francisco  de Toledo que desarrolló todo un proceso de exclaustración coronada con la elección del primer rector laico, Pedro Fernández de Valenzuela. Poder, control y dirección de ideas y conocimiento.

“…Juramos a Dios y a la patria sostener y defender con nuestra opinión, persona y propiedades la independencia  del Perú del gobierno español y de cualquiera otra dominación estrangera” fueron las palabras vertidas en claustro pleno por el rector Ignacio Mier en el Salón Mayor General de la Universidad en su local de la Plaza del Estanque el lunes 30 de julio de 1821. La Universidad juraba la Independencia. Marcaba su compromiso con los nuevos tiempos y los ideales que a partir de ella se concretizaban y en la que nuestra casa de estudios marcará la pauta para su afirmación. Los que definieron la República y sus avatares iniciales desarrollaron sus ideas a partir de las aulas sanmarquinas.

A las 2:00 p.m. del domingo 16 de marzo de 1879 reunidos en el Salón General de la Casona de San Marcos los alumnos de la facultades de Derecho, Ciencias, Letras, Teología, Medicina y Ciencias Políticas y Administrativas discutían el papel y compromiso que debía asumir la Universidad antes los acontecimientos diplomáticos y bélicos entre Bolivia, Chile y Perú. Un veterano de la independencia presente en la reunión decía: “que los principios por los que se combatió en los campos de Junín y Ayacucho, debían ser siempre defendidos  y sustentados por la juventud estudiosa, como los más grandes ideales de su magno porvenir”. Y así fue. Cuando la guerra fue un hecho total, los sanmarquinos formaron las primeras columnas militares desde la sociedad civil; la Legión Carolina Militar y la Legión Independencia. Además de contribuciones pecuniarias para ayudar al Estado a solventar los gastos necesarios. Y cuando tocó defender la ciudad del asedio chileno se formó la heroica Columna Universitaria. El epígrafe romántico de todo ello sea tal vez Manuel Eduardo Lecca, estudiante de Jurisprudencia, combatiente en el Sur, defensor de Lima y que murió años después del conflicto en la sierra central producto de la tuberculosis y del abandono del Estado.

Otro capítulo donde el sentimiento y espíritu crítico de nuestra casa de estudios se hizo carne en sus propuestas en una sociedad en cambio fue a lo largo del siglo XX. Las diferentes generaciones hicieron única y estrecha esta relación que por momentos tuvo una dinámica única y valedera. Pero ese es un tema que amerita otro discurrir.
Del todo evidente: impregnado en el Perú vive el amor sanmarquino. ¡Incomparable!    

Iván Domínguez León
Fernando Ventocilla Grados








jueves, 4 de febrero de 2016

YO SOY: ISAAC ARROSPIDE

En la bóveda vaída  de la capilla de Nuestra Señora de Loreto de la Casona de San Marcos se encuentran pintas realizadas por los alumnos del  Colegio San Carlos  entre la que destaca Isaac Arrospide entró en este Convictorio el jueves 4 de febrero de 1848.

Construida a inicios del siglo XVII, la antigua casona sanmarquina nació para ser sede de la Casa de Probación y Noviciado de San Antonio de Abad de la Compañía de Jesús. Y en la coyuntura de las Reformas Borbónicas del siglo XVIII, como consecuencia de la expulsión de los jesuitas y la afirmación de una reforma educativa ilustrada moderna por parte del Estado español, en sus ambientes se instaló en 1771 el Real Convictorio de San Carlos nacido un año antes. Que luego del proceso independentista y como parte de un conjunto de cambios pasó a denominarse Colegio de San Carlos hasta su inclusión en la Universidad de San Marcos en 1867.

Desde un inicio el colegio carolino funcionó bajo el régimen de convictorio, es decir internado, casa residencia  y muy propiamente de la Universidad de San Marcos. Esta situación tuvo un cambio en tiempos de la República permitiéndose alumnos externos.

Sobre Isaac Arróspide no hay una investigación académica que nos arroje datos necesarios para situarlo dentro de su trayectoria profesional y ciudadana. Sabemos de su ingreso al Colegio carolino, pues aparte de la pinta en la bóveda, figura en el registro de ingreso de esos años del plantel su nombre y luego un traslado a una Escuela de Ingeniería que por la época no es el antecesor de la Universidad Nacional de Ingeniería.

Es decir que hasta el momento sabemos poco de él y es sólo por la  pinta visible y destacable que ha trascendido hasta nosotros. Pero ¿Qué lo llevó a realizarlo? Tal vez marcar la impronta de su presencia. Tal vez la celebración de su estadía en el colegio que producto de las reformas de Bartolomé Herrera  Vélez reafirmó, como sucedió con Toribio Rodríguez de Mendoza en tiempos de la Colonia, su condición de principal y cabeza del conocimiento  en el Perú.

¿O tal vez fue la rebeldía juvenil? Hacia 1848 el Colegio San Carlos vivía la fuerte autoridad del rector Bartolomé Herrera Vélez, básico según su entendimiento para la conducción pedagógica de la institución. Él llegó a establecer medidas disciplinarias que incluían sistemas de castigos o penas que iban desde la reprensión privada, llamadas de atención en actos del colegio en pleno y el internamiento en calabozos que previamente había mandado a construir  y donde el alumno debía mantenerse en pie o sentado en el suelo por algunas  horas  y a veces en el día y la noche. Su pinta: ¿Fue una reacción a todo este sistema controlista y punitivo? Quién sabe.

Hoy jueves 4 de febrero de 2016, 168 años después, el misterio sobre Isaac Arróspide se nos hace vivo e invita a conocerlo.

Hugo La Rosa Cordero
Sheyla Morote Sánchez
Fernando Ventocilla Grados