AMOR SANMARQUINO
Del sentimiento
por el otro que soy yo
a: Manuel Eduardo Lecca
Sanmarquino ilustre
Desde que se instaló en el
Convento Grande del Rosario de la Ciudad de los Reyes, el 2 de enero de 1553, la Universidad de San
Marcos ha conllevado sus labores académicas y científicas con una preocupación
por el otro. Aquello encarnado en diferentes sujetos a la vez que problemáticas
enraizados en el devenir y desarrollo del Perú.
Bajo el período dominico, las cátedras se convirtieron en tribunas de denuncia de la
situación del indio y todo a partir de la propagandización de las ideas de
Bartolomé de las Casas. Fray Tomás de San Martín (procurador histórico para la
creación de la Universidad) y Fray Domingo de Santo Tomás figuran como dos
adalides en la retórica lascasista. Todo ello conllevó a un enfrentamiento con
los vecinos de Lima muchos de ellos encomenderos. Este fue la causa sobre la
cual se vivirá la primera reforma en 1571 y que tiene como personaje capital al
virrey Francisco de Toledo que
desarrolló todo un proceso de exclaustración coronada con la elección del
primer rector laico, Pedro Fernández de Valenzuela. Poder, control y dirección
de ideas y conocimiento.
“…Juramos a Dios y a la patria sostener y defender con nuestra opinión,
persona y propiedades la independencia del Perú del gobierno español y de cualquiera
otra dominación estrangera” fueron las palabras vertidas en claustro pleno
por el rector Ignacio Mier en el Salón Mayor General de la Universidad en su
local de la Plaza del Estanque el lunes 30 de julio de 1821. La Universidad
juraba la Independencia. Marcaba su compromiso con los nuevos tiempos y los
ideales que a partir de ella se concretizaban y en la que nuestra casa de
estudios marcará la pauta para su afirmación. Los que definieron la República y
sus avatares iniciales desarrollaron sus ideas a partir de las aulas
sanmarquinas.
A las 2:00 p.m. del domingo 16
de marzo de 1879 reunidos en el Salón General de la Casona de San Marcos los
alumnos de la facultades de Derecho, Ciencias, Letras, Teología, Medicina y
Ciencias Políticas y Administrativas discutían el papel y compromiso que debía
asumir la Universidad antes los acontecimientos diplomáticos y bélicos entre
Bolivia, Chile y Perú. Un veterano de la independencia presente en la reunión decía:
“que los principios por los que se
combatió en los campos de Junín y Ayacucho, debían ser siempre defendidos y sustentados por la juventud estudiosa, como
los más grandes ideales de su magno porvenir”. Y así fue. Cuando la guerra
fue un hecho total, los sanmarquinos formaron las primeras columnas militares
desde la sociedad civil; la Legión Carolina Militar y la Legión Independencia.
Además de contribuciones pecuniarias para ayudar al Estado a solventar los gastos
necesarios. Y cuando tocó defender la ciudad del asedio chileno se formó la heroica
Columna Universitaria. El epígrafe romántico de todo ello sea tal vez Manuel
Eduardo Lecca, estudiante de Jurisprudencia, combatiente en el Sur, defensor de
Lima y que murió años después del conflicto en la sierra central producto de la
tuberculosis y del abandono del Estado.
Otro capítulo donde el sentimiento
y espíritu crítico de nuestra casa de estudios se hizo carne en sus propuestas
en una sociedad en cambio fue a lo largo del siglo XX. Las diferentes
generaciones hicieron única y estrecha esta relación que por momentos tuvo una
dinámica única y valedera. Pero ese es un tema que amerita otro discurrir.
Del todo evidente: impregnado
en el Perú vive el amor sanmarquino. ¡Incomparable!
Iván Domínguez León
Fernando Ventocilla Grados