En la bóveda vaída de la capilla de Nuestra Señora de Loreto de la
Casona de San Marcos se encuentran pintas realizadas por los alumnos del Colegio San Carlos entre la que destaca Isaac Arrospide entró en este Convictorio el jueves 4 de febrero de
1848.
Construida a inicios del siglo
XVII, la antigua casona sanmarquina nació para ser sede de la Casa de Probación
y Noviciado de San Antonio de Abad de la Compañía de Jesús. Y en la coyuntura
de las Reformas Borbónicas del siglo XVIII, como consecuencia de la expulsión
de los jesuitas y la afirmación de una reforma educativa ilustrada moderna por
parte del Estado español, en sus ambientes se instaló en 1771 el Real
Convictorio de San Carlos nacido un año antes. Que luego del proceso
independentista y como parte de un conjunto de cambios pasó a denominarse
Colegio de San Carlos hasta su inclusión en la Universidad de San Marcos en
1867.
Desde un inicio el colegio
carolino funcionó bajo el régimen de convictorio,
es decir internado, casa residencia y
muy propiamente de la Universidad de San Marcos. Esta situación tuvo un cambio
en tiempos de la República permitiéndose alumnos externos.
Sobre Isaac Arróspide no hay
una investigación académica que nos arroje datos necesarios para situarlo
dentro de su trayectoria profesional y ciudadana. Sabemos de su ingreso al Colegio
carolino, pues aparte de la pinta en la bóveda, figura en el registro de
ingreso de esos años del plantel su nombre y luego un traslado a una Escuela de
Ingeniería que por la época no es el antecesor de la Universidad Nacional de
Ingeniería.
Es decir que hasta el momento
sabemos poco de él y es sólo por la pinta
visible y destacable que ha trascendido hasta nosotros. Pero ¿Qué lo llevó a
realizarlo? Tal vez marcar la impronta de su presencia. Tal vez la celebración
de su estadía en el colegio que producto de las reformas de Bartolomé
Herrera Vélez reafirmó, como sucedió con
Toribio Rodríguez de Mendoza en tiempos de la Colonia, su condición de
principal y cabeza del conocimiento en
el Perú.
¿O tal vez fue la rebeldía
juvenil? Hacia 1848 el Colegio San Carlos vivía la fuerte autoridad del rector
Bartolomé Herrera Vélez, básico según su entendimiento para la conducción
pedagógica de la institución. Él llegó a establecer medidas disciplinarias que incluían
sistemas de castigos o penas que iban desde la reprensión privada, llamadas de
atención en actos del colegio en pleno y el internamiento en calabozos que previamente
había mandado a construir y donde el
alumno debía mantenerse en pie o sentado en el suelo por algunas horas
y a veces en el día y la noche. Su pinta: ¿Fue una reacción a todo este
sistema controlista y punitivo? Quién sabe.
Hoy jueves 4 de febrero de
2016, 168 años después, el misterio sobre Isaac Arróspide se nos hace vivo e
invita a conocerlo.
Hugo La Rosa Cordero
Sheyla Morote Sánchez
Fernando Ventocilla Grados
Hugo La Rosa Cordero
Sheyla Morote Sánchez
Fernando Ventocilla Grados
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